lunes, 2 de octubre de 2017

El “Deutscher soldaten Friedhof”

                                     ESPAÑOL

 

                                
En anteriores escritos que titule Tristes tumbas hispanas, y que podéis repasar en este blog,  os hable de esos enterrados de dudosa reputación que pululan por nuestros cementerios. Bueno, lo de dudosa, no parece la mejor de las apreciaciones, su mala reputación queda demostrada por los muchos asesinatos a sus espaldas.  Actos genocidas,  esos malditos actos,  que tienen las guerras.
Ante esta inefable peculiaridad, de ser España la última morada de personajes de miserable curriculum, no podía obviar otro enterramiento hispano de “no nativos”, con el matiz, de que en este caso, la historia de todos ellos, a pesar de que como soldados pudieran llevarse alguna otra victima por delante, no es comparable a la de los primeros, sobre todo, porque estos de los que hoy escribo, fueron tambien víctimas de la sinrazón y el fanatismo de sus mandos.
Así que, en un terreno habilitado exprofeso, para su última morada, casi dos centenas de militares alemanes combatientes de la Primera y Segunda Guerra Mundial, que por una u otra circunstancia dejaron su vida en tierra o mar español, tienen en Extremadura su último descanso.
 

EL ORIGEN
 
La  Volksbund Deutsche Kriegsgraberfursorge -Comisión de Conservación de Tumbas Militares Alemanas- es una organización humanitaria dependiente del Gobierno Federal de Alemania, que tiene como misión identificar enterramientos de las víctimas de guerra alemanas en el extranjero  y ofrece asistencia a las familias de estos soldados, apoyando el mantenimiento de  tumbas de guerra o su cambio de emplazamiento.
EMBLEMA DE LA  Volksbund Deutsche Kriegsgraberfursorge
 
Nacido de una iniciativa ciudadana, en 1919, fue muy apoyado por toda la población. En 1933  tuvo el beneplácito del gobierno nacionalsocialista, y durante la Segunda Guerra Mundial, fue el encargado de la construcción de cementerios militares, que a partir de 1946 se convertirían en más de 400 cementerios militares en Alemania. En 1954, el gobierno de la República Federal de Alemania encarga a la Volksbund la búsqueda en el extranjero de las tumbas de los soldados alemanes.

 
En la actualidad La Volksbund administra 832 cementerios militares en 45 países con cerca de 2,7 millones de víctimas de guerra, con la ayuda de miles de voluntarios y más de seiscientos empleados. Y aún tiene previsto seguir agrupando sus soldados en cementerios particulares, sobre todo, aquellos que murieron en el frente del este. Para  su mantenimiento cuenta con alrededor  de trescientos cincuenta mil socios y donantes activos, y con más de un millón de simpatizantes y donantes ocasionales que financian el 70% de sus gastos, siendo ayudados con el 30% restante con fondos públicos por parte del Estado federal.
LA PUESTA EN MARCHA
 
Es en 1977, cuando es encomendada a Gabriele Marianne Poppelreuter, joven trabajadora de la Embajada alemana en España, la misión de  buscar las tumbas de todos los soldados alemanes que se hallaban distribuidas por el territorio español.
Poppelreuter tras algunos años y muchas cartas, llamadas telefónicas  y kilómetros recorridos, investigando, averiguando y confirmando la identidádes, amén de supervisar las exhumaciones, consiguió reunir los restos de 180 soldados, habiendo puesto especial cuidado, porque así se le insistió desde el organismo pertinente español, que al lugar donde al final se decidiera ubicarlos, no querrían recibir, aquellos que hubieran intervenido en la guerra civil española.
Por lo tanto, aviadores de la Legión Cóndor, que fueron enterrados en el Cementerio de la Almudena, allí se quedaron. Hoy en día, el Ayuntamiento de Madrid, también ha hecho borrar la placa central, que presidia la tumba de los fallecidos, por no querer símbolos de aquellos que ayudaron al ejercito llamado Nacional, a ganar la guerra.
 
HOY EN DIA LA PLACA CENTRAL QUE IDENTIFICA AL CUERPO DE AVIACIÓN HA SIDO BORRADA
 
En el Cementerio Alemán extremeño se ha puesto especial cuidado, en no significarse con símbolos por todos conocidos, convertidos en siniestros y que exhibía el ejército alemán. Es un cementerio que no pretende honrar las ideas de quienes mandaron a la muerte a los que allí yacen, si acaso pretende todo lo contrario.
EL LUGAR
 
La Comisión Volksbund, hizo la pertinente búsqueda de sitio donde dormirían por siempre los huesos de todos esos militares alemanes dispersos por la geografía española. El lugar sería el pueblo cacereño de Cuacos, en plena vera extremeña, donde compraron un solar al lado del Monasterio de Yuste. No en vano, en dicha localidad vivió un tiempo “Jeromín”, un alemán de pro, que luego sería conocido como Juan de Austria, hijo bastardo de otro temporal ilustre vecino de la localidad y también de gran importancia germana, ni más ni menos que el emperador Carlos I de España y V de Alemania. Con tales padrinos, no podía elegirse un lugar más adecuado.
 
Las obras del peculiar camposanto, empezaron en 1980, y acabaron tres años después. Cabe decir que no debió existir mucha prisa, porque estas no son nada ambiciosas y pudieron haberse acabado en unos meses.
 
Su entrada es humilde, es fácil no verla al pasar por la carretera. Se franquea la entrada desde una verja adosada a dos muros de piedra  y unos metros más adelante, bajando unas escaleras, un cobertizo de piedra, (Capilla en el plano) recibe al visitante, donde una placa explica grosso modo el motivo de la instalación funeraria.
 
 
Al frente de este porche empedrado, todo son cruces de granito gris ceniciento perfectamente alineadas en el suelo. Ese es todo el activo inmobiliario, junto a unos pocos olivos, alcornoques y retamas que completan el solar. Quizá sobrecoge por esto mismo, por su sobriedad, y tal vez influya en este sobrecogimiento, la soledad que se respira, lo alejado de todo, que duermen las almas de los jóvenes infortunados.
 
INAUGURACION
El cementerio se inauguró el 1 de junio de 1983 con una misa oficiada conjuntamente por un Sacerdote protestante y el abad del Monasterio de Yuste, acudiendo a tal evento representantes de la Embajada alemana en España, miembros de la Comisión de Cementerios de Guerra Alemanes, autoridades españolas y más de 200 familiares de los militares enterrados.
 
 Por ese entonces, el cementerio lucía como esos otros que vemos en las películas extranjeras de militares y patriotismo, (palabra esta última, que algunos en España, parecen no entender) con cruces milimétricamente colocadas y un verde luminoso en el suelo.
 
 
Debe ser que las subvenciones germanas no llegan o que el Ayuntamiento de Cuacos, ha dejado de la mano del Dios “protestante o católico” el riego del lugar y claro, solo hay polvo entre tumba y tumba.
 
Es una pena, que un sitio, tan significado, donde el agua, no es problema, no esté mejor cuidado, pues este, podría ser un complemento ideal al visitar el Monasterio de Yuste. Un complemento que no hubiera que tildar de descuidado, adjetivo que obviamente devalúa el lugar y en cierto modo, menosprecia a quienes descansan en su subsuelo.
LOS “HABITANTES”

 
 
 
 
Son 180 las cruces donde figura el nombre del soldado, la fecha de nacimiento y muerte, (no especifican rango militar). Los militares, la mayoría veinteañeros, están agrupados con los de su mismo cuerpo, servicio y guerra en la que tomaron parte. 26 pertenecen a la Primera Guerra Mundial y 154 a la Segunda. La mayor cantidad de fallecidos lo son del Ejército del Aire (Luftwaffe) y el resto, de la marina germana, sobre todo tripulantes de submarinos que anduvieron por el Mediterráneo. 
 
 

 
 
 
 
 
 
Destacan entre todo el "monumento funerario", los 38 marinos fallecidos en el hundimiento del submarino alemán U-77 frente a las costas de Calpe en 1943, atacado por dos aviones británicos.  Su joven comandante Otto Hartman, les sigue encabezando al frente.
 
 
 
 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Hay 25 tumbas en las que no se pudo enterrar resto alguno, principalmente porque, en los cementerios origen, se habían perdido,  mezclados en osarios comunes u otras contingencias. La más peculiar de estas, es la de Hubert Sasse, oficial de radio del U-755, un submarino hundido en 1943 por la aviación británica, a varias millas náuticas de Castellón.
 
 
 
Algunos cadáveres de este hundimiento llegaron a las costas levantinas y entre ellos el de Hubert Sasse  que apareció en aguas de Burriana, en cuyo cementerio fue enterrado gracias a la generosidad del comerciante alemán Jhosef Kaufer. La lápida con sus restos aún sigue allí. En ella se puede ver la fotografía que llevaba encima el soldado, bajo la cual hay una esvástica, símbolo del III Reich.
 
La familia Kaufer, ha cuidado siempre la sepultura y no consintieron el traslado de los restos, pero la cruz ya estaba grabada en Cuacos, y allí se mantiene.
 
Y como ella, la de los otros 24, al fin y al cabo con o sin osamenta, los nombres sobre ellas, certifican su muerte, su corta vida y sirven al recuerdo de lo estúpido del género humano.

 
Igualmente hay 8 cruces que pertenecen a soldados cuyos cadáveres cuando fueron encontrados portaban uniforme alemán pero no documentación, de ahí que la inscripción diga;  “Ein Unbekannter Deutscher Soldat” (Un soldado alemán desconocido).
 
 
Existen curiosidades como el nombre de un alemán, Paul Neuman, ni que decir tiene que no es ningún antecesor del famoso actor americano, en cuyo nombre la u, se convierte en W.
 
 
 
 
 
 


 
 
Otra cruz, dice  Bruno Giordani 1920- 1941 cuyo nombre no se nos antoja muy alemán, aunque pudiera serlo, lo que es evidente, es su ascendencia italiana.
 
 
 
Y por supuesto la peculiar historia de Johannes Bockler  El Lapa”. Este, fue aviador en la Segunda Guerra Mundial y volviendo de una misión en Argelia, su avión cayó al mar cercano a la isla mallorquina de Cabrera, donde fue enterrado, junto a un campesino, apodado “En lluent” (el reluciente).
 

ANTIGUA TUMBA DE JHOANNES EN CABRERA
 
 Los militares destinados en esa isla extendieron la historia de “El Lapa”, alguien invisible que les tocaba o cogía la espalda, alimentando la teoría de que sería el fantasma de Jhoannes que lejos de los suyos, no podía descansar en paz. En teoría, los restos del aviador fueron llevados a Yuste, pero en Cabrera creen que se equivocaron de muerto y se llevaron al campesino, asegurando por tanto que la presencia del Lapa, pulula aún por la isla.
 
Por si acaso, mi visita al Cementerio fue bien de día, no quería llegar anocheciendo, no fuera a ser verdad que es ahora En Lluent, el campesino, quien anda desubicado, y al igual que el Lapa, agarre por detrás, a los visitadores nocturnos, reclamándoles volver con los suyos.  Me dan mucho miedo los fantasmas que no se ven, los otros, los que se ven, solo me dan pena.
Me fui, rápido, el yantar me esperaba en Garganta de la Olla, un pueblo, que merece ser contado otro dia.
 
 
 
 
JULIAN MARTINEZ ARRIBAS  Miembro del INTERNACIONAL C.C.